Escribe: Fernando Arce Alvarado – parlamentario andino
Según un informe de la Contraloría General de la República, a diciembre de 2024, 2,475 obras públicas permanecían paralizadas en todo el territorio peruano, lo que evidencia la ineficacia del Estado en sus tres niveles de gobierno. Estas obras representan una inversión acumulada superior a los S/ 43,118 millones, según el Sistema Nacional de Información de Obras Públicas (Infobras) y el Sistema de Seguimiento de Inversiones (SSI) del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
Por otro lado, la brecha de infraestructura para el período 2016-2025 ha sido calculada en US$159.549 millones por la Escuela de Gestión Pública de la Universidad del Pacífico (EGP), por encargo de la Asociación para el Fomento de la Infraestructura Nacional (AFIN). Según los datos de este estudio, este cierre de brecha total de infraestructura implicaría una inversión anual del 8,27% del PBI, lo que significa alrededor de US$15.955 millones al año. Actualmente la inversión es de entre 3% y 4% del PBI.
Es decir, no solamente tenemos un retraso histórico en infraestructura básica (agua y saneamiento, salud, educación) y de transporte (carreteras, puertos), sino que nuestros niveles de competitividad global son bajísimos, según el indicador de calidad de infraestructura del Foro Económico Mundial, que nos ubica en el puesto 85 de 137 en relación con nuestros pares regionales y demás países de la OCDE.
Como se puede observar, una parte significativa de este preocupante déficit se debe a la limitada capacidad del Estado para ejecutar sus propias obras. Estas quedan atrapadas entre tecnicismos innecesarios y mezquindades políticas, lo que revela nuestra verdadera falencia como país: ¡la falta de decisión política! Detrás de cada obra inconclusa se ocultan los sueños de miles de pobladores que confiaron en la capacidad de gestión de sus autoridades, pero que terminan siendo engañados, pues estas solo “cumplen” con colocar la primera piedra, con todos los vicios que ello conlleva
Existe un divorcio entre el gobierno nacional con los gobiernos regionales y locales, un alcalde distrital no tiene acceso a los ministerios de manera fluida y eficaz, intentar destrabar un tecnicismo que pesa sobre su proyecto de inversión en el sector que le corresponda es como querer entrar a la casa blanca sin invitación, y ni hablar de los ministerios claves como el MEF cuya política NO es necesariamente la de puertas abiertas.
Es urgente tomar decisiones inmediatas y actuar de manera conjunta con todos los niveles de gobierno. Es hora de desbloquear la alarmante cantidad de obras paralizadas y, al mismo tiempo, potenciar las carteras de inversión en todos los sectores, para cerrar las brechas de infraestructura que tanto necesitamos. Solo así podremos ser un Estado no solo más inclusivo, sino también más competitivo, con verdaderas oportunidades de desarrollo para todos. Es el momento de actuar con determinación y visión de futuro.
¡Crecimiento económico, sí; pero siempre acompañado de desarrollo y equidad!